Estafas en América Latina: lo que realmente dicen los datos

Written by:

Josue Martinez

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El fraude ya no se limita a ataques directos a los bancos. Los delincuentes han cambiado su enfoque hacia los consumidores, que son más numerosos, menos protegidos y más fáciles de engañar.

El Informe Global de Estafas 2025 de BioCatch muestra que las estafas a nivel mundial aumentaron un 65%. En América Latina, el incremento podría ser aún mayor. Aunque los bancos y los clientes de la región son cada vez más conscientes de los riesgos de fraude, las defensas existentes están teniendo dificultades para mantenerse al día.

Este panorama en evolución ha obligado a los reguladores, instituciones financieras y proveedores de tecnología a adaptarse rápidamente. Desde nuevos canales de denuncia hasta estafas emergentes impulsadas por inteligencia artificial, el reto no es solo detener el fraude, sino también seguirle el ritmo a su rápida evolución.

Estafas en aumento

Los reportes de usuarios han aumentado en toda la región, lo que ayuda a las autoridades y a los bancos a clasificar mejor las estafas y perfeccionar sus estrategias. Aun así, muchos reportes siguen siendo difíciles de categorizar, lo que retrasa la detección.

Las estafas de inversión, romance y compras se encuentran entre las que más visibilidad han ganado. Antes se reportaban poco por miedo al ridículo o por la complejidad del proceso, pero ahora son más comunes gracias a mecanismos de denuncia más sencillos creados por las instituciones financieras.

  • Las estafas de inversión se han expandido con el crecimiento de las billeteras digitales y las plataformas de criptomonedas, donde los estafadores atraen a las víctimas con promesas de retornos rápidos sobre pequeñas inversiones.
  • Las estafas románticas aprovechan el auge de las aplicaciones de citas y redes sociales, y la inteligencia artificial facilita la creación de identidades falsas e historias convincentes.
  • Las estafas de compras se aprovechan del auge del comercio electrónico, utilizando sitios fraudulentos u ofertas falsas para obtener datos de pago de productos que nunca llegan.

En conjunto, estas estafas ilustran cómo los delincuentes explotan tanto la confianza humana como la comodidad digital.

La regulación toma forma

Las autoridades de América Latina comienzan a seguir el ejemplo de países como Australia y el Reino Unido, donde los reguladores están impulsando la restitución al cliente en casos de fraude.

En Brasil, los legisladores están debatiendo el Proyecto de Ley 133/2022, que busca fortalecer la protección del consumidor en los pagos instantáneos al obligar a las instituciones financieras a bloquear, rastrear y reembolsar transferencias fraudulentas realizadas mediante Pix. Al mismo tiempo, el Banco Central introdujo el Mecanismo Especial de Devolución (MED), que permite a las víctimas de estafas o fallas operativas en Pix solicitar un reembolso.

Colombia ha sostenido debates similares, especialmente en torno a los préstamos vinculados a casos de robo de identidad. A medida que aumentan los reportes y las denuncias, se espera que más gobiernos refuercen las protecciones y las opciones de recuperación para las víctimas.

El desafío de la detección

La inteligencia artificial ha transformado las estafas, haciéndolas más difíciles de detectar tanto para los clientes como para las instituciones. Ya existen casos documentados de estafadores que utilizan deepfakes de celebridades, como Elon Musk, para atraer a las víctimas a inversiones fraudulentas.

Para las instituciones financieras, el mayor desafío es distinguir entre una actividad legítima y una acción fraudulenta realizada por un cliente real bajo la influencia de un estafador.

Otro obstáculo es la velocidad con la que surgen y evolucionan las nuevas estafas, lo que dificulta la investigación. Los expertos anticipan que, en los próximos meses, las estafas serán aún más personalizadas, aprovechando la actividad en redes sociales de las víctimas para identificar sus conexiones, intereses y circunstancias. Esa información puede usarse para generar videos falsos o realizar videollamadas manipuladas con contenido convincente. Un caso reciente reportado por CNN ilustra cómo estas tácticas están evolucionando.

El crecimiento del smishing

Las filtraciones de datos se han convertido en otra poderosa herramienta para los estafadores. Aunque a primera vista parecen dirigidas al robo de información corporativa, los datos robados suelen alimentar campañas diseñadas para engañar a personas y hacer que revelen información financiera mediante correos electrónicos o mensajes de texto falsos.

Un informe reciente de BioCatch destaca el resurgimiento de estos ataques, con mensajes personalizados que incluyen el nombre, número de teléfono e incluso el banco del destinatario. Con ayuda de la inteligencia artificial, los estafadores pueden fusionar datos robados de múltiples fuentes para crear mensajes tan convincentes que resultan casi imposibles de distinguir de los legítimos.

Imagina a un estafador con información robada de tu banco, tu proveedor de internet y tu plataforma de compras en línea. Al vincular esos datos, podría enviarte un mensaje tan realista que sería casi imposible reconocerlo como falso.

La regla más básica sigue siendo: nunca hagas clic en un enlace que no solicitaste. Pero cuando un mensaje parece provenir de tu banco, menciona compras recientes y te saluda por tu nombre, resistirse se vuelve mucho más difícil.

Inteligencia conductual y colaboración

Para contrarrestar estas amenazas, la inteligencia conductual se ha convertido en una defensa esencial. Soluciones como las de BioCatch analizan cómo los usuarios interactúan con sus dispositivos —desde los ritmos de tipeo hasta los patrones de navegación— para detectar anomalías que puedan indicar fraude o coerción.

La red BioCatch Trust lleva esto aún más lejos, permitiendo que los bancos compartan inteligencia sobre delitos financieros en tiempo real, ayudando a las instituciones a evaluar los riesgos de fraude y lavado de dinero en el extremo receptor de los pagos iniciados por los usuarios.

El resultado: una defensa más inteligente y adaptable frente al fraude digital en constante evolución.


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